El Apóstol en 1Cor 7, partiendo de un posible eslogan que circulaba en esta comunidad «bien le está al hombre abstenerse de mujer» (v. 1), desarrolla el tema de la sexualidad, del matrimonio y también de la renuncia al matrimonio, todo desde la perspectiva del evangelio de Jesús.
La sexualidad y el matrimonio son percibidos como un don de Dios, una gracia, un carisma, es decir, un regalo divino y, por tanto, no cabe una visión pesimista de estas realidades. Son algo bueno, querido por Dios, participan de la bondad de la creación.
Por otro lado, en la relación entre un hombre y una mujer, cuando dicha relación está basada en la igualdad, cada cónyuge al entregarse se hace don del otro y cada uno se convierte en posesión del otro a través de ese don.
Esta doble perspectiva de la sexualidad y del matrimonio, como don divino y humano (recíproco entre los esposos), nos proporciona una visión muy enriquecedora de esta realidad.
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