XXXII Jornadas de la ABE en Toledo, 19-22 de junio 2022

El seminario de Toledo ha sido el magnífico escenario en el que se han desarrollado estos días de profundización en el tema “La exégesis bíblica ante el horizonte de la intertextualidad”.

No cabe duda de que la expresión más escuchada en las XXXII Jornadas de la Asociación Bíblica Española ha sido “qué alegría poder volver a vernos”. Después de dos años de parón obligado por la pandemia del Coronavirus, el reencuentro ha sido especialmente emocionante. La “familia bíblica” que se crea cada vez que nos reunimos se fortalece sobremanera cuando no solo compartimos los estudios sino también la vida. Quizá por eso la elección del tema de estas jornadas puede interpretarse como “providencial”, porque al igual que un encuentro en “presencialidad” posibilita la interrelación entre los miembros de la ABE, de la misma manera la toma de conciencia de las relaciones intertextuales que se producen en la Biblia multiplica de forma exponencial la riqueza de los textos que estudiamos. 

El seminario de Toledo ha sido el magnífico escenario en el que se han desarrollado estos días de profundización en el tema “La exégesis bíblica ante el horizonte de la intertextualidad”. La gran mayoría de los participantes hemos disfrutado de la acogida de esta casa, con la comodidad que representa residir en el mismo lugar donde se tienen las conferencias y seminarios. Unos 90 inscritos, miembros o no de la ABE, hemos asistido a tres magníficas ponencias generales y a seis seminarios de estudios más específicos.  

La primera conferencia corrió a cargo de la profesora Sultana Wahnón Bensusan, de la Universidad de Granada. Su exposición resultó sorprendentemente clara, a sabiendas de lo complicado que resulta la materia tratada. Comenzó exponiendo el origen de las teorías de la intertextualidad, que se remontan a un artículo de 1967, obra de Julia Kristeva. Este trabajo será tan influyente que supondrá el paso del estructuralismo al postestructuralismo. Podríamos resumir la visión de la búlgara con una sugerente frase suya: “la palabra literaria no es un punto (en sentido fijo), sino un cruce de superficies, un diálogo de varias escrituras: del escrito, del destnatario (o del personaje) del contexto cultural anterior o actual”. La charla continuó presentando otras teorías que parten de la de Kristeva (como la de Roland Barthes o Gérard Genette), que ahondan o corrigen la postura de la pionera en este campo. La profesora granadina concluyó su colaboración dejando claro que la intertextualidad ha de ser empleada para la hermenéutica de los textos, pero necesita ser usada de manera responsable. Lo hizo citando a Umberto Eco, que decía: “En definitiva, decir que un texto es potencialmente infinito no significa que cualquier acto de interpretación pueda tener un final feliz. hasta el deconstruccionista más radical acepta la idea de que hay interpretaciones que son clamorosamente inaceptables. Esto significa que el texto interpretado impone restricciones a sus intérpretes. Los límites de la interpretación coinciden con los derechos del texto (que no quiere decir con los derechos de su autor)” (Los límites de la interpretación).

El día 21 asistimos a otra gran ponencia, en la que José Alberto Garijo Serrano, de la Universidad Pontificia de Salamanca concretó la teoría de la intertextualidad a los estudios bíblicos. El sugerente título de la intervención, “El jardín y la brújula. Posibilidades y límites de la intertextualidad en la interpretación bíblica” apunta muy bien por donde quiso llevarnos el profesor. Su objetivo era ofrecer un concepto de intertextualidad que tuviera en cuenta, sobre todo, al lector. Arrancando de una idea fundamental, y es que toda interpretación de cualquier texto supone diversas dinámicas de intertextualidad, Garijo señaló que el criterio de DV 12 en el que se consagra la “intención del autor” como criterio último hermenéutico no agota las posibilidades de interpretación. De hecho, se citó en aula a san Gregorio Magno, con esa conocida expresión de “la Palabra de Dios crece con el lector”, reivindicando así otro punto de vista distinto a la hora de explicar los textos sagrados, una hermenéutica polivalente que estos mismos textos reclaman. La misma Pontificia Comisión Bíblica, en su famoso documento de 1993 reconoce que existe en los textos bíblicos una pluralidad de sentidos. Antes de señalar los límites de la intertextualidad, el profesor expuso un punto firme que ha de ser asumido por los expertos en la exégesis: la intertextualidad no es un método, sino una categoría “transmetodológica”, es decir, uno de los aspectos a tener en cuenta en cada acto de interpretación. El exégeta actual tiene que partir del texto, que se convierte en camino a recorrer, sabiendo que el autor ha dejado su huella, aunque muchas veces no sea del todo reconocible. Ese autor hay que concebirlo como un tejedor, que une, consciente e inconscientemente, textos anteriores y contemporáneos a la hora de producir su nueva obra. 

Por último, el miércoles 22 Diego Pérez Gondar, de la Universidad de Navarra, expuso una “Aplicación de la estilística sociológica (Batjin) al texto bíblico: ‘Vosotros sois dioses’. Intertextualidad entre Sal 82,5, 11QMelch y Jn 10,34”. De el experto citado en el título, el profesor Pérez adopta tres fenónemos del dialogismo social, modo en el que Batjín se refería a lo que hoy en día denominamos intertextualidad. Estos fenómenos son la estilización, el uso paródico de la palabra ajena y la polémica oculta. Y con estos mimbres se dedicó a comparar la cita que Jesús hace en Jn 10,34 de Sal 82,6, texto provocador, extraño y por lo tanto, productor de diferentes interpretaciones y relaciones intertextuales. La conclusión del profesor, además de señalar estas relaciones en textos y versiones (los Targumin, la traducción de Áquila, o la versión siríaca, entre otras, además de las citadas en el título), es que cuando un texto es pretendidamente ambiguo se convierte en “arena” en la que investigar.

En cuanto a la vida asociativa, la tarde del lunes se dividió en dos sesiones, la primera de asuntos económicos y de presentación de bajas y altas y la segunda, siempre interesante, se dejó para la presentación de las últimas publicaciones de los miembros de la ABE. El plato fuerte de estas Jornadas fue servido la tarde del martes, donde se renovó el Consejo directivo de la asociación. Juan Chapa fue elegido en nuevo director y Carmen Yebra subdirectora; el equipo de vocalía lo formarán Estela Aldave (que repite cargo), Pedro Cabello, Miguel Angel Garzón y José Alberto Garijo. Esa misma tarde tuvimos la tradicional cena-homenaje a los miembros que cumplen 70 años. Guadalupe Seijas hizo la “laudatio” de Mercedes Navarro, la única presente de aquellos que merecían este honor. 

Imposible de resumir el trabajo de los seis seminarios en los que se profundizó en diversos temas, divididos por áreas. Por la novedad que supone, señalamos el comienzo de uno titulado “Biblia y cultura”, en el que se pretende estudiar la influencia de los textos bíblicos en todos los ámbitos del arte y la cultura.

Para terminar, me gustaría citar unas palabras de D. Francisco Cerro Chaves, arzobispo de Toledo, en la homilía que nos dedicó en la mañana del miércoles 21 de junio. Su breve pero cálida reflexión recogió la idea de que el trabajo del exégeta, del estudioso de la Biblia es un “servicio inestimable de explicar la Palabra para generar en otros el deseo de entrar por la puerta estrecha”. Una expresión preciosa que resume bien la tarea de aquellos que tratamos de comprender y hacer comprender unos textos que, aunque sean antiguos, resultan siempre nuevos a quien los lee “con el Espíritu con el que fueron escritos” (DV 21). Esta descripción del obispo se convierte, en la humilde opinión de quien teclea estas líneas, en una invitación y casi en una obligación, no solo para con los demás, sino también para con uno mismo. 

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Emilio López Navas, Reseña bíblica 115 (2022) 65-67