La “catolicidad” (= universalidad) pertenece al ser de la Iglesia. Esta pretensión del Evangelio hunde sus raíces en el ministerio de Jesús, testimoniado por los evangelios canónicos y los demás libros del Nuevo Testamento; todos ellos presentan la apertura universal de la salvación como cumplimiento de la Escritura de Israel. En estas páginas, tras abordar la universalidad de la salvación en los escritos de la Antigua Alianza, recorremos el testimonio diferenciado y concorde de los evangelios sinópticos, de Juan y de Pablo, así como la carta a los Hebreos y el Apocalipsis. Pretendemos así mostrar cómo este testimonio apostólico responde a la voluntad del Señor Jesús, resaltando a la vez su sintonía con las principales líneas de fuerza del Antiguo Testamento. Pero esta apertura no reduce a Israel a la irrelevancia: al contrario, el pueblo elegido está llamado a ser un mediador activo de la salvación.