Este artículo pone de relieve la centralidad de Cristo en el ejemplo autobiográfico de Pablo. Este fragmento de la carta, a pesar de su tenor autobiográfico, y precisamente en virtud de ello, no es un elogio de Pablo sobre sí mismo y su apostolado, sino que, presentándose como testigo de Cristo y gloriándose sólo en él, concentra su atención en la experiencia del cambio de vida radical que supone el encuentro con Cristo. Conocer a Cristo y dejarse alcanzar por él es el punto de partida de un proceso permanente en la vida cristiana que ha de llevar a configurar la vida según el que para Pablo y para los cristianos es el Señor de nuestra vida.