La imagen de Jesús como mediador, que en algunos textos cristianos se relaciona con su muerte (1 Tm 2,5; Hb 8,6; 9,15; 12,24), aparece también en el Evangelio de Marcos como clave de toda su actuación. Sin embargo, a diferencia de esos otros textos, Marcos no recurre a un esquema religioso para definir esta imagen de Jesús, sino al modelo social ampliamente difundido de las relaciones de patronazgo que le permiten describirlo como el intermediario entre Dios y su pueblo. Su condición de Hijo de Dios y su actuación como dispensador de los beneficios divinos, le identifican como el intermediario a través del cual Dios se relaciona con su pueblo.